Aproximadamente la mitad de las personas sufren de hipersensibilidad en la piel. Es además una tendencia creciente, debido a circunstancias que no sólo se mantienen actualmente sino que incluso se acentúan, como la contaminación medioambiental o los malos hábitos de alimentación.
La piel sensible se manifiesta en una serie de síntomas entre los que se incluyen picores, molestias, enrojecimiento, descamación, tirantez e hinchazón. Existen muchos factores que contribuyen a su desarrollo: cambios bruscos de temperatura, exposición excesiva al sol, ciertos tejidos sintéticos o sustancias químicas, alérgenos, medicamentos, factores dietéticos y predisposiciones genéticas.