El envejecimiento cutáneo es un proceso biológico complejo, progresivo e irreversible. Está condicionado por factores genéticos propios de cada individuo (aproximadamente el 25%), factores nutricionales y ambientales.
Supone una serie de cambios que afectan al recambio celular epidérmico, al grosor de la dermis, al funcionamiento de las glándulas sebáceas y sudoríparas, la termorregulación, la respuesta inmunológica y un conjunto numeroso de procesos a nivel celular.

Signos externos
Los signos visibles más importantes son las arrugas y la sequedad.
Con el envejecimiento y los factores externos, la piel se reseca porque pierde sus lípidos naturales y se degrada la barrera superficial de la piel, dificultando la retención de humedad. La piel se percibe como tirante y áspera.
En casos de sequedad extrema, la piel puede sufrir molestias como picazón o un aspecto escamoso, pudiendo llegar a agrietarse, especialmente en zonas de flexión durante el movimiento.
