En los tiempos actuales y con la pandemia que sufrimos, más que nunca es de vital importancia mantener nuestras manos limpias.
Lavarnos las manos con agua y jabón debería ser para todos una práctica habitual a lo largo del día y en todos los momentos de nuestra vida cotidiana en que es imprescindible hacerlo: al manipular alimentos, antes de comer, después de ir al baño, al tocar objetos o superficies que toca mucha gente y un largo etcétera de ocasiones en que nuestras manos acumulan suciedad, bacterias y virus.
Pero no siempre es posible tener agua y jabón a mano…
Es entonces cuando los higienizantes hidroalcohólicos nos permiten mantener las manos limpias en cualquier momento y lugar.
Las propiedades antisépticas del alcohol son conocidas desde hace siglos. Su mecanismo de acción consiste en destruir la membrana celular de los microorganismos desnaturalizando las proteínas.
Los alcoholes constituyen una familia de compuestos orgánicos, de los cuales algunos de ellos se han usado desde la antigüedad como antisépticos de limpieza y desinfección.
Hay que distinguir entre antisépticos (que se aplican sobre tejidos vivos) y desinfectantes (que se aplican sobre superficies u objetos inanimados.)
Los alcoholes de cadena larga son más efectivos pero también más tóxicos, por lo que los más utilizados son el Etanol o Alcohol etílico (al que conocemos simplemente como Alcohol) y el Isopropanol o Alcohol isopropílico. De ambos, el más utilizado es el Etanol por ser menos irritante que el Isopropanol.
Los alcoholes poseen una acción rápida y eficaz contra bacterias, hongos y virus. Su actividad depende de la concentración ya que necesitan agua para actuar y el margen de eficacia se sitúa entre el 60 y el 80%, habiéndose comprobado que la concentración óptima es la del 70%.
Por tanto, aunque nos pudiera parecer que es más efectivo un alcohol de 96° que otro más diluido, la realidad es que no es así, ya que no contiene suficiente cantidad de agua. Tampoco sería efectivo un alcohol por debajo del 60% ya que entonces el contenido en alcohol sería insuficiente. La concentración de alcohol es pues el factor clave para asegurar la acción higienizante de estos productos.
Como se ha comentado, los alcoholes actúan destruyendo la membrana celular de los microorganismos, por reducción de su tensión superficial y desnaturalizando las proteínas.
Su eficacia se basa precisamente en la presencia de agua, ya que así penetran mejor permitiendo el daño a las citadas membranas.
Como estos productos hidroalcohólicos resecan la piel por la presencia de alcohol, las fórmulas están enriquecidas con ingredientes hidratantes como por ejemplo el aloe vera y la glicerina para mantener las manos hidratadas y protegidas además de limpias.
Los higienizantes de manos se presentan en general en forma de gel o en spray para que el consumidor elija el que más le convenga dependiendo de sus gustos y del lugar donde se encuentre. Existen los formatos pequeños o de bolsillo que permiten llevarlos siempre encima.
Existen también en el mercado toallitas impregnadas de solución hidroalcohólica, aunque esta presentación es muy poco respetuosa con el medio ambiente.