El envejecimiento cutáneo es un proceso biológico complejo, progresivo e irreversible. Está condicionado por factores genéticos propios de cada individuo (aproximadamente el 25%), factores nutricionales y ambientales.
Supone una serie de cambios que afectan al recambio celular epidérmico, al grosor de la dermis, al funcionamiento de las glándulas sebáceas y sudoríparas, la termorregulación, la respuesta inmunológica y un conjunto numeroso de procesos a nivel celular.
Dan lugar al “envejecimiento intrínseco o cronológico”: determinado genéticamente, afecta a la piel y a todos los demás órganos a través de un deterioro lento e irreversible.
Constituye un conjunto de cambios clínicos y fisiológicos que acontecen con la edad y que afectan al recambio celular epidérmico, al grosor de la dermis, la capacidad de termorregulación y cicatrización, la respuesta inmunológica, la percepción sensorial, la producción de las glándulas sudoríparas y sebáceas, y a la síntesis de la vitamina D.
Se trata de un proceso celular individual que altera los tejidos progresivamente, induciendo: pérdida gradual de pigmentación intrínseca, desecamiento, atrofia de la epidermis y alteraciones del tejido conectivo dérmico, disminución del tejido celular subcutáneo, arrugas finas que tienden a mejorar al estirar la piel, pérdida de elasticidad cutánea (especialmente post-menopausia de la mujer) y pliegues de expresión más marcados.
Los factores extrínsecos no sólo aceleran e intensifican los procesos cronológicos del envejecimiento cutáneo, sino que también introducen cambios cualitativos.
Estos factores actúan sobre la piel provocando alteraciones visibles a nivel morfológico y otras que se hacen patentes a nivel funcional.
La clave para enfrentarse a todos ellos es la prevención.
- Sol
- Tabaco
- Alcohol
- Condiciones climáticas y contaminación ambiental
- Dieta
- Estrés
- Enfermedades y medicamentos
El factor extrínseco más importante es la radiación ultravioleta (UVA y UVB).
Se manifiesta por modificaciones funcionales y estructurales en las zonas expuestas: cara, cuello, escote, antebrazos, orejas, piernas, dorso de las manos y cuero cabelludo cuando el cabello es escaso.
El grado de foto-envejecimiento depende de la cantidad y calidad de la radiación ultravioleta absorbida, de diversos factores climáticos, factores genéticos del sujeto, su tonalidad de piel y la calidad de sus mecanismos de reparación del ADN.
A nivel externo suelen aparecer manchas y arrugas más profundas que no desaparecen al estirar la piel. Los rayos infrarrojos también inciden en el foto-envejecimiento cutáneo.
Los estudios epidemiológicos realizados confirman que el riesgo de arrugas de las mujeres fumadoras es casi el triple respecto a las que no consumen tabaco y el doble en el caso de los hombres.
La piel humana está expuesta a los efectos del humo del tabaco de una forma directa por contacto del humo ambiental con la piel, e indirecta por la llegada vía sanguínea de sustancias tóxicas procedentes del humo inhalado.
El humo produce arrugas prematuras (disminución de la hidratación del estrato córneo de la cara), cabello reseco y piel seca.
Los efectos biológicos del tabaco son: aumento de radicales libres que dañan las membranas de las células, envejecimiento prematuro de la piel y disminución de la oxigenación de los tejidos.
Estos cambios suelen manifestarse a partir de los 35 años y son directamente proporcionales al grado de consumo, con aparición de arrugas en la cara más estrechas y profundas que las de los no fumadores, un color de la piel de la cara más amarillento/grisáceo y un resecamiento de la piel y los cabellos, que se vuelven quebradizos y pierden luminosidad.
Produce envejecimiento prematuro, opacidad y desecamiento de la piel.
El aire caliente, el frío y los cambios estacionales provocan envejecimiento de la piel y la resecan.
La contaminación ambiental provoca así mismo envejecimiento cutáneo por la presencia de radicales libres como contaminantes.
Una alimentación poco equilibrada, y sobretodo una dieta rica en grasas saturadas, provoca alteraciones en el metabolismo lipídico de la piel, afectando a su buena salud.
Altera considerablemente la piel, envejeciéndola.
Afecta al sueño y esto también provoca que la piel pierda lozanía.
Contribuye a que salgan manchas en la piel porque la hace más vulnerable al medio ambiente.
Causa arrugas y provoca caída del pelo; se cree que también es la causa de la aparición temprana de canas.
Enfermedades como la psoriasis, ciertos medicamentos (Tretinoína contra el acné) y algunos tratamientos médicos como la radioterapia también son causa de piel seca y envejecida.
En estos casos, el seguimiento y pautas de tratamiento debe realizarlas el médico.
Signos externos
Los signos visibles más importantes son las arrugas y la sequedad.
Con el envejecimiento y los factores externos, la piel se reseca porque pierde sus lípidos naturales y se degrada la barrera superficial de la piel, dificultando la retención de humedad. La piel se percibe como tirante y áspera.
En casos de sequedad extrema, la piel puede sufrir molestias como picazón o un aspecto escamoso, pudiendo llegar a agrietarse, especialmente en zonas de flexión durante el movimiento.
Cuidados
Todo tratamiento pasa por evitar los agentes desencadenantes. Deben usarse cosméticos con pocos ingredientes y ausencia de agentes sensibilizantes e irritantes.
Para la prevención y ayuda se recomienda:
- En exteriores, evitar en lo posible el aire seco, frío o muy cálido.
- Reducir el tiempo de exposición al sol y utilizar siempre protectores solares de alto valor de SPF.
- Evitar baños prolongados y agua muy caliente. Se recomiendan duchas rápidas utilizando jabones suaves que eviten arrastrar los lípidos de la piel.
- Proteger las manos del frío y de detergentes agresivos. Utilizar guantes si es preciso.
- Mantener un buen nivel de hidratación utilizando productos hidratantes con activos que restablezcan el equilibrio en la piel y con antioxidantes, que ayuden a minimizar la pérdida transepidérmica de agua y a contrarrestar los efectos del paso del tiempo. Evitar ingredientes como el alcohol o perfumes, ya que las pieles secas pueden ser más propensas a la irritación.
- Mantener una dieta equilibrada y beber agua suficiente. Evitar el tabaco y el alcohol.
- Mantener hábitos de vida saludable eliminando factores de estrés.